Creepypastas de Touhou; mi intento de hacer una

¡TRANQUILOS! ¡Reimu está aquí
para salvarnos de las malas creepypastas!

Hola, gente (?

Ha pasado casi un mes desde la última vez que escribí un post...Sí, lo sé; soy la persona más responsable del mundo. No hace falta que me lo digan.

Tampoco vengo para dar un discurso, así que no se emocionen (?

Quien me siga en Twitter sabrá que he estado pasando trauma escuchando las CURIOSAS creepypastas de Touhou que rondan por YouTube; historias que van desde desdicha en Gensokyo, falta de comida (Porque todos sabemos que escasea humanos, pues; como la leche en polvo) hasta juegos o personajes malditos con intenciones de tomar tu cuerpo y VIVIR UNA VIDA NORMAL DE HUMANO EN NUESTRO UNIVERSO, TRABAJANDO EN UNA EMPRESA COMO SALARYMAN, TENIENDO A UN HIJO LLAMADO JEFFERSON Y UNA ESPOSA LLAMADA LA GAVIOTA, Y POR SUPUESTO, LO MÁS IMPORTANTE, CUMPLIR CON EL SUEÑO AMERI-CofCof; lo siento, las drogas.

Bueno, no importa; les dejo mi redacción. Pueden llorar de lo malo que es. No los culparé.

Pónganse los lentes; se avecina una amplia redacción (?

¿Qué pensarías si te dijera que hay personas que se pasan días enteros sentadas frente a un ordenador?

No suena impresionante ¿verdad?

Al escuchar algo así seguramente pensarías en computistas o alguna clase de ingeniero o secretario, pero lo que trato de hacerte ver es totalmente diferente.

Me refiero a personas que no tienen ninguna clase de trabajo más allá de rellenar un espacio en el universo; que no estudian, no se preocupan por más que su vida en la red.

Seguramente tengas un nombre para ésta clase de gente; ninis, por ejemplo. Si como yo, eres fanático o siquiera te has preocupado alguna vez en leer sobre la sociedad japonesa, supongo que también te llegará el término Hikikomori.

Déjame presentarme; mi nombre es Domingo, y en efecto, soy una de ésas personas.

Piensen en mí sólo como un chico normal; no por no trabajar ni estudiar soy diferente al resto de personas de éste planeta. Tengo el cabello marrón ligeramente largo; con sinceridad, no me preocupa para nada el cortarlo. Lo mismo con mis uñas, no lo negaré. Aunque es bastante antihigiénico, están bastante largas. No piensen mal, no soy un saco de enfermedades ni mucho menos. Quitando aquellos pequeños detalles, seguramente puede que sea más higiénico que muchos allá afuera.

Día y noche me encuentro así, frente a la pantalla de mi PC, navegando por internet, haciendo mi vida por cuanta página me paso. Jugando a viejos títulos emulados y alguna que otra entrega para Windows. Seré claro; mi repertorio no se actualiza fácilmente. Esto de no trabajar pega fuerte a la hora de conseguir títulos nuevos, por lo que debo recurrir a las típicas páginas que suben juegos piratas para poder probar los juegos más recientes del mercado. Pedirle dinero a mis padres no es una opción, y mucho menos para un tema como éste. No estamos en la mejor situación económica; no vale la pena el siquiera pensar en comprar un juego. Supongo que eso es suficiente excusa además para no pagar por ellos.

Como sospecharán, no soy muy bueno para socializar; eso de andar hablando con cuanta persona se me pone en frente no es lo mío. Por triste que suene, incluso me cuesta hablar con mis familiares la mayor parte del tiempo. Afortunadamente, puedo dirigir la palabra a mis papás. Es algo que siempre me recuerdan; “Tienes que ir soltándote un poco; casi ni hablas”, me dicen.

Tal y como todos los adolescentes de hoy en día, tengo conocidos en internet; es con ellos con quienes estoy más habituado a hablar. No me cuesta nada formular palabras con ellos en videollamadas o chats. No sé si sería igual si me los encontrase cara a cara por la calle. La ansiedad me ganaría.

Por mucho tiempo fui parte de varios sitios web sobre vídeojuegos, en los cuales compartía opiniones y enlaces para aquellos que como yo, no pueden permitirse el comprar títulos originales. Desde los recién salidos en steam que ya cuentan  con un crack hasta juegos indie poco conocidos; básicamente, todo aquél que logre parecerme divertido. Eso era lo que ofrecía en mis publicaciones.

¿Quién lo diría? Aquello que tanta diversión me causaba, el amor por los juegos de vídeo, y el compartirlos con todos, sería lo que me haría escribir todo esto para ustedes.

“¿Qué es esto?” se preguntarán.

No es una carta, ni mucho menos; tal vez una confesión. Siempre he sido malo definiendo lo que hago, casi tanto como redactando. Espero sepan disculparme.

¿Por qué me encuentro escribiendo, entonces?

Realmente necesito desahogarme.

No sé qué sea de mí, ahora que están leyendo esto. No sé en qué sitio lo habré publicado, o en dónde puedan haberlo filtrado, pero lo que es seguro es que no me encuentro del todo bien.



Mis preferidos siempre han sido los juegos indie; ésas entregas hechas por estudios pequeños, o ¡incluso por sólo una persona!

La primera vez que oí de ellos me parecieron que no serían tan buenos como un título de estudio, pero algunos son incluso mejores que los más conocidos productos de cualquier desarrolladora.
En específico, mi amor está dirigido al lado japonés de los indie; los juegos Doujin. No sé si realmente debería llamarlos indies, aún así, pues muchos de ellos se basan en series y juegos ya existentes, por lo que ni siquiera pueden financiarse con donaciones, después de todo, sus personajes y muchos aspectos suelen pertenecer a empresas verdaderamente grandes.

Creerán que mi problema es con los derechos de autor; sería de suponer, por lo que acabo de decirles, pero no. Mis enlaces no fueron un problema nunca.

Fue uno de ellos en específico el que me trajo hasta aquí, y la situación no podría estar más lejos de asuntos legales.

De entre mis momentos favoritos los que más iluminaban mi alma eran ésos días en los que se anunciaban nuevos títulos de Touhou Project, una serie de juegos japoneses, justamente un Doujin; un shooter vertical como aquellos de la vieja escuela.

Era en ésas épocas cuando por fin podía mostrarme alegre fuera de la red; mi sonrisa dejaba de ser virtual. Mi rostro realmente la reflejaba. Era una especie de excitación la que recorría mis huesos cada año, con la llegada de una nueva entrega de ésta serie.

Sonará exagerado, lo sé, pero así es. Ponganse en mi lugar; no suelen darme muchas buenas noticias cada año. Lo más cercano a eso llegó el mes pasado. Resulta que tengo un cáncer terminal; leucemia, para ser más preciso. Aún no estoy en una fase mortal; justamente me enteré el mes pasado porque había empezado a debilitarme y decidí salir de mi hogar para examinarme.

No parece una buena noticia ¿verdad?

Me gusta pensar que lo es; dejaré de ser una carga para mis padres, por fin. Dejaré de ser una deshonra para mi familia y le daré un gusto a aquellos que me ven con desagrado. Si pudiese adelantar mi muerte simplemente lo haría.

Soy un cobarde; le tengo miedo a la sociedad, pero…No lo soy lo suficiente como para suicidarme. Tengo principios, aunque no lo parezca. Si he de morir por mi enfermedad, lo aceptaré y esperaré con gusto; no está nada mal el hacer esperar a la muerte.

No suelo pensar mucho en ello; ni siquiera con los bajones que me dan, que me alejan durante bastante tiempo de mis distracciones. Eso e verdaderamente lo único que logra sacarme de mi casa.
Los doctores me aborrecen; no sé expresarme. Cada pregunta que me hacen es imposible para mí responderla; el pavor me vence.

Siempre deben depender de que mis padres se encuentren presentes y con ánimos para hablar; ellos no tienen problemas para comunicarse, pero son bastante malhumorados.

No lo duden; la razón la saben bastante bien. Me he encargado de hacérselas saber a lo largo de éste escrito.



No les mentiré, aún en los días en los que me veo obligado a ir a hospitales, las cuales por lo menos a hoy día se pueden contar con los dedos de las manos, no me separo de mi pequeño mundo; me aseguro siempre de llevar conmigo mi portátil. Lo único que me permite hacerme sentir bien en ésos sitios hediondos a medicamentos y recubiertos por doquier de enfermedades y dogmas de los pacientes que me rodean.

Y con ella, mi fiel compañera, los quizá cientos de títulos que he sido capaz de reunir, entre ellos, la colección de Touhou al completo, desde sus lanzamientos para la ya añeja PC-98, hasta sus más reciente entrega para Windows; Ten Desires.

Han pasado ya dos meses desde que el Touhou 13 salió a la venta; obviamente pude jugarlo al día siguiente gracias a un enlace de descarga de 4chan, un tablón de imágenes bastante conocido. No es exactamente el mejor juego que haya probado, pero no es malo.

Mi favorito es, sin comparación, Embodiment of Scarlet Devil; el primer juego de la saga para Windows y sexto en total, contando los de PC-98.

Su música me acompaña día y noche gracias a mis auriculares, e imágenes y dibujos de sus personajes adornan las paredes de mi cuarto; aunque suene extraño, créanme, mi cuarto es de lo más humilde en comparación con cualquiera que puedas encontrar entre las imágenes de cualquier buscador web.

No hay día en que no pase por lo menos una hora jugándolo; terminándolo en cuantas dificultades pueda y con sus dos personajes jugables.



O, bueno, al menos así era.

Han pasado por lo menos dos días desde la última vez me pongo mis audífonos o juego no sólo EoSD, sino a cualquiera de los demás títulos.

Simplemente, ya no soy capaz de soportarlo. El chirriante ruido de aquellas canciones no hace más que lastimar mis oídos y perturbar mi sueño; sin más, no me deja dormir.

Inunda mi cabeza cada vez que intento dormir, y cuando lo logro, me despierta la horrible sensación de estar siendo sofocado.

No sé si tenga que ver con mi enfermedad.

Ahora mismo me estoy preguntando si debería abrirlo para ver qué pasa; para ver si realmente tengo un problema con el juego y sus audios. Para saber si por algún motivo desarrollé algún trauma para con su sonido.



Las horas han estado pasando con la misma lentitud de siempre.

En efecto, abrí el juego, y para mi sorpresa, nada pasó; ninguna reacción extraña sucedió por mi parte. Todo fluía con tranquilidad.

Lo único que me molestaba era un ligero dolor en mis piernas. Nada que no haya pasado antes. No suelo hacer mucho ejercicio, por lo que no compenso la debilidad que me causa la enfermedad de vez en cuando. Supongo que hoy está empezando a golpearme de nuevo.

Esto empezó hace un tiempo; me sorprende que no me haya puesto peor antes de que me lo diagnosticaran. Supongo que corrí con suerte.

El día en que llegaron mis exámenes no era muy diferente a éste; era bastante tarde. Alrededor de las 9 de la noche. Una persona de la clínica llegó a mi casa con unos sobres bastante grandes bajo su brazo. Eran placas que me había tomado y otros estudios de los que no sé mucho.

Lo recuerdo todo claramente. La expresión de horror de mis padres al escuchar a aquél sujeto decir “Lo siento; tienes cáncer” con ése tono tan monótono. Fue como si no sintiera nada.

A lo largo de éste mes he estado dándome cuenta de que todos los doctores y enfermeros son así; no parecen sentir nada por sus pacientes. Supongo que lo hacen para no apegarse, pero no es exactamente la clase de actitud de la que quieres ser víctima cuando te informan algo tan fuerte como un cáncer.

Justamente estaba jugando cuando llegó, y no me estaba sintiendo muy bien.

Un fuerte dolor de cabeza me había estado molestando desde varias horas atrás; tal vez presentía que aquellas noticias me golpearían fuerte en el rostro.

La sorpresa fue fuerte para mí también, pero no me tiene cabizbajo; fuera de que tengo que comer cosas distintas y tomar medicamentos horribles que no hacen más que adormecerme y causarme nauseas todo sigue igual.



El tiempo seguía transcurriendo como siempre ¿de qué debía preocuparme?

La muerte seguramente no me llegue rápido, ni a mis padres, así que no tengo porqué angustiarme.



Seguí jugando con normalidad hasta terminar con el último stage.

No es por alardear, pero el terminarlo en la más alta dificultad nunca se me ha complicado demasiado; incluso tras dos días sin tocar el juego no me fue gran problema.

Como de costumbre, fui escalando entre las dificultades; desde la más fácil hasta la más complicada. Se me fueron al menos tres o cuatro horas en ello. También he de decir que estuve tratando de pasarme el nivel extra, pero mi concentración se desvanecía con facilidad al momento de llegar a su jefa.

El dolor de mis piernas se había hecho más fuerte, y mi cabeza no era exactamente lo más calmo de mi cuerpo. Una especie de migraña estaba destrozando mi mente.

Supongo que eso era señal de que debía alejarme un rato del ordenador.



Simplemente me levanté y salí un momento de mi habitación.

Como de costumbre, mi padre estaba sentado en el sofá de la sala, frente a la televisión, sin mediar palabra alguna; sólo veía la pantalla.

Desde hace algunos años mis padres tienen una computadora propia; la misma está en aquella misma sala, en un pequeño rincón de la misma. Frente a ella estaba mi madre, leyendo noticias y escudriñando recetas de cocina. No hay dudas de que mis costumbres vienen de alguien.
No les dije nada; realmente no quería seguir molestándolos. Es muy posible que ni siquiera me hayan visto acercarme, así que no le veo el problema.

Regresé a mi habitación, sin hacer escándalo, y cerré la puerta tras de mí, lo más silenciosamente posible.

Después de eso, no hice más que recostarme en mi cama. Era relativamente temprano, pero el dormir me vendría bien para recuperarme. Por lo menos me alejaría por unas cuantas horas del dolor de mis extremidades y mi cabeza.



Me desperté a mitad de la noche; mis auriculares, que antes de levantarme de la computadora había dejado enganchados a mi monitor, se habían caído del escritorio.
Debo haberlos dejado muy al borde, o tambaleándose.

Aunque lo más lógico es que se hubiesen caído al momento de dejarlos ahí, no horas más tarde.



Me levanté para tomarlos del suelo, y por alguna razón la pantalla de la PC decidió encenderse.

No es nada que no haya pasado antes; mi mouse no es exactamente el mejor del mundo, y suele moverse sólo cuando dejo el cable en una mala posición.

Por otra parte, no recuerdo haberla apagado, así que seguramente estaba en reposo.



Puse los auriculares sobre la mesa y, con asombro, no hice más que quedarme viendo el monitor.
Una ventana de chrome se había abierto, y estaba cargando un enlace de 4chan.

¿Un virus? Es lo primero que se me vino a la mente, aún más tratándose de un sitio como éste.

A los pocos segundos la página termino de abrirse; en efecto, era el 4chan de siempre. Los mismos colores, la misma estructura de sus posts. Nada raro, a simple vista.

Aún adormecido, me acerqué a la pantalla lo más que pude para ver la hora; eran las 2:45. Pude dormir un poco, por suerte. Por un momento pensé que aquél dolor de cabeza no me dejaría siquiera cerrar los ojos.

Tomé asiento y comencé a leer la entrada que se había abierto.

Curiosamente, era un post en /jp/ sobre Touhou.

Por lo general suelo evitar tablones como /jp/; realmente no me agrada mucho el contenido que suelen publicar. Ésas fotos de japonesas con una apariencia tan… ¿Juvenil?...Pues…No hacen más que inquietarme.

Normalmente sólo me fijo en /v/, pues de ahí es que saco los enlaces de los nuevos juegos cuando están disponibles.

A la izquierda no había más que una imagen de la portada de EoSD, debajo de los datos del archivo.
El post sólo tenía un enlace de mediafire y culminaba con un texto de invitación a descargar lo que parecía ser el propio Touhou 6; quizá se trataba e alguien que recién descubría el juego. No lo culpo por querer compartirlo.


Traté de cerrar la ventana, sin éxito; simplemente quería regresar a la cama.

Por alguna razón por mucho que clickease el botón de cerrar del navegador éste no funcionaba.

No le di importancia y me levanté de mi silla para volverme a acostar, pero apenas pude ponerme en pie chrome comenzó a cargar otro enlace.

Era justamente el link de mediafire de aquél post.

Éste cargó realmente rápido; no parecía mi internet, en verdad.

La curiosidad crecía en mí a la par que el miedo de tener que hacerle mantenimiento a mi computadora; realmente es algo que no me agrada hacer.

El peso parecía ser el propio de un touhou comprimido, por lo que no me causó mayor preocupación.

En todo caso, de tratarse de un virus, podría evitar terminar infectado descomprimiéndolo en una sandbox.

Clické el botón de descarga, y de nuevo, el internet había actuado como si se tratase de la conexión más rápida del país. A los pocos minutos ya casi había terminado de bajarlo.

A los meros 6 minutos ya tenía aquél archivo zip descargado; con mi programa sandbox preparado, al final no hice más que sacar su contenido a mi PC.

En efecto, era el juego, EoSD; tenía los mismos accesos directos que la versión que yo tenía desde hace varios años, pero con obvias diferencias en el resto de elementos. No tenía ningún replay guardado, ni ningún save. Era un juego “nuevo”, por decirlo de alguna manera.



Todo lo que me tocó hacer en ésos pocos minutos acabó por quitarme el sueño, así que abrí el ejecutable de la configuración y tras terminar, abrí el juego. Mi plan era bastante simple; jugar hasta que el sueño me invadiese de nuevo.

En efecto, tenía el EXTRA bloqueado, por lo que podía pasar el rato desbloqueándolo.

Sabía que el estar recién levantado me impediría jugar del todo bien, por lo que evité el siquiera pensar en jugar en Lunatic; supongo que tampoco fui muy consciente, pues elegí la dificultad difícil.
Escogí a Reimu como personaje y empecé a jugar.



Esquivaba como si nada ¿quién lo diría?

Por lo general, me despierto con una inutilidad bastante grande; nunca soy capa de hacer nada recién levantado.



Al llegar a Rumia el juego realmente empezó a ponerse extraño.

La imagen de la personaje no tenía rostro; como si alguien se lo hubiese borrado.

Su sprite seguía como siempre, sólo la imagen de los diálogos había cambiado.

La música seguía normal, pero no la acompañaba el sonido de los disparos de la jefa. No disparaba. No me atacaba.

Sinceramente, aquella situación me incomodó un poco, pero no dejé de jugar; derroté a Rumia y pasé al siguiente Stage.

Todo pasó de la misma forma hasta llegar al stage 4; tanto Cirno como Meiling aparecieron sin rostro en sus respectivos escenarios y no dispararon en ningún momento. Esto no ocurrió en el cuarto nivel. Ésta vez la fórmula se había invertido.



Los enemigos no disparaban, sino que simplemente aparecían en pantalla sin hacer nada; desde las hada hasta los grimorios y la propia Koakuma. No hacían nada más que entrar y salir de escena. Patchouli, por su parte, atacó normalmente, más la imagen de sus diálogos igual había aparecido sin rostro.

No sé si se les puede llamar explícitamente diálogos, por cierto. No eran más que letras sin sentido puestas ahí, sin más.

La dificultad era la misma que yo había elegido; difícil, por lo que los cambios sólo eran esas tonterías visuales.

De nuevo, esto se repitió en lo que quedaba de niveles; tanto con Sakuya como con Remilia.

“La gente tiene muy brotada la imaginación” pensé, mientras reía indignado.

El sueño no me había regresado, pero no tenía nada mejor que hacer, por lo que volví a la cama, por lo menos para digerir lo que había jugado; algún sentido habría de tener. Dudo que alguien en su sano juicio haga ésta clase de cosas por diversión.

Terminé quedándome dormido.

No sé si fue por haber estado pensando tanto en el tema, pero acabe soñando con el juego.



Fue un sueño por lo más bizarro.

Fue algo así como una reconstrucción de mis teorías sobre lo que vi; sobre el porqué alguien pensaría siquiera en borrar las caras de las personajes, pero de la forma más retorcida posible.

Todo ocurría en primera persona; yo era quien hacía aquellas atrocidades.

Yo era quién les borraba el rostro.

Simplemente no quiero entrar en detalles.

Usualmente cuando tengo pesadillas me despierto de golpe, pero ésta vez fue diferente; me levante al son de la alarma de mi teléfono, como cualquier otra mañana, pero empapado en sudor,
Sobre la funda de mi almohada habían dos enormes manchas rojas; supongo que me debe haber sangrado la nariz. De una forma bastante exagerada, he de decir, además.

Quité la funda y naturalmente se la llevé a mi madre; le dije que pensaba que me había sangrado la nariz y, sin más, regresé a mi cuarto a cambiarme. Le pedí que me acompañara de nuevo al hospital; realmente quería saber si algo así era exactamente peligroso o si era algo normal para alguien como yo. Ella aceptó.

Tras cambiarme, revisé mi PC.

Los archivos del juego ya no estaban; antes lo había descomprimido en el escritorio, pero en éste ahora sólo estaban mis íconos de siempre y, entre ellos, una archivo de texto; un bloc de notas que decía “Tu sangre pagará por lo que hiciste”.

No sabía qué pensar, de verdad.

Quizá todo era una broma; un virus o algo para molestarme. No lo sé.

Ni siquiera quiero pensar en ellos. Me pone la piel de gallina.


Ahora mismo sólo quiero concentrarme en mi salud.

. . .

Y fin (?
Espero que no hayan llorado mucho con mi falta de habilidad narrativa.
Los espacios vacíos son para darle estilo al escrito; genial idea ¿no? (?

Venga, hasta la próxima (?


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